domingo, 11 de octubre de 2009

EL NIÑO DESORDENADO

Sejo era el niño más desordenado el mundo. Desde pequeño había descuidado tanto el orden que todo en su habitación estaba manga por hombro y era capaz de meter en el mismo cajón sus pijamas y su colección de chicles usados. Ese era un gran problema porque cada mañana, al levantarse, estaba tan pegado a las sábanas que tenía que hacer grandes esfuerzos para despegarse de ellas.

Cuando buscaba algo jamás lo encontraba aunque se conformaba porque siempre terminaba encontrando otra cosa que ya creía que había perdido.

Pero lo peor es que tenía desordenado hasta el lenguaje y cada vez que hablaba nadie le entendía. Si se acercaba a un grupo de niños para jugar con ellos siempre decía:

-Puedo, chicos, ¿vosotros con hola jugar?

Pero como no sabían que quería decirles seguían a lo suyo sin hacerle caso.

Un día, una niña llamada Luci, que andaba por allí, le escuchó decir:

-¿Jugar vosotros dejáis con me?

Y de nuevo los chicos le ignoraron y Sejo se sintió triste. Pero Luci, que era muy curiosa y simpática se acercó a él y le dijo:

-¡Ya sé que te pasa! Yo te ayudaré. Tienes que pensar todo lo que dices antes de hablar porque desordenas todas las palabras. Pero lo primero que tenemos que hacer es ordenar todo lo demás.

Fueron a su casa y Luci le propuso ordenar la habitación. Aunque tardaron un montón y tuvieron que poner etiquetas a cada cajón y en cada estante al final lo consiguieron. ¡Sejo estaba contentísimo! Pero ahora faltaba lo más difícil.

Luci le explicó que cada palabra tiene una función y que hay substantivos, verbos, adjetivos, determinantes y otros tipos de palabras que debe ordenar como su habitación porque si no se forma un gran lío y no se entiende nada de nada. Sejo lo intentó con mucha ilusión y, poco a poco, vió como Luci sonreía y se sentía muy feliz porque podía entenderlo.

-¡Ya estás preparado, Sejo, vamos a preguntar a esos chicos!

Y aunque Sejo estaba nervioso se acercó al grupo y preguntó:

-¿Nos dejáis jugar con vosotros a Luci y a mí!

-¡¡¡Claro!!!- dijeron todos- ¡creíamos que nunca querías venir a jugar con nosotros!

Fue un día genial, tanto que Sejo descubrió que ni se llamaba así, que en realidad se llamaba Jose, ¡pero como antes era tan desordenado...!



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